— ¡Qué bonito!
Así es como suele calificarse mi trabajo. Así me lo han dicho decenas de veces a lo largo de veinte años de ejercicio profesional.
Muy cierto: el interiorismo o diseño de interiores es un trabajo bonito y gratificante. O más bien sus resultados, para mí como profesional del interiorismo y para mis clientes como principales interesados y beneficiarios directos de mis servicios. Los resultados ofrecen siempre una estética agradable, un confort adicional, una satisfacción, una armonía difícil de describir pero fácilmente reconocible en el espacio trabajado.
Tal vez no has tenido la oportunidad de trabajar con un interiorista, pero seguro que has reconocido esa sensación en hogares, restaurantes, hoteles, tiendas o locales que has visitado. La mano del interiorista se siente.
El diseño de interiores también es arduo y complejo, sin embargo. Algunas de esas mismas personas que identifican lo bonito de este oficio desconocen la realidad de las tareas que implica. Y mientras externamente manifiestan el “Qué bonito”, internamente quizá piensan algo parecido a:
— Pero no lo necesito.
— No me lo puedo permitir.
— Menudo lujo.
— Total, para elegir un par de cojines, una lámpara y una cómoda, me las apaño yo.
La experiencia me ha enseñado que tan común es esa actitud escéptica a priori como el reconocimiento e, incluso, la recomendación a posteriori. Uno de mis clientes, de hecho, así lo ha expresado en una valoración pública en google:
Testimonio Alejandro:
Antes de conocer a Cristina y Studio Grome, era un poco escéptico sobre el valor que podría aportar esta profesión. Después de trabajar con ella en varios proyectos y ver los resultados no puedo dejar de recomendar a Cristina y su trabajo por la excelente ayuda que supone.
Muchas gracias, Cristina.
La diferencia estriba, sencillamente, en conocer más de cerca este trabajo. Por eso ¡te invito a descubrirlo y a plantearme directamente todas las dudas que tengas!
Mi práctica del interiorismo o diseño de interiores
Puedo asegurar que las tareas cotidianas del interiorista son muchas, variadas, exigentes y delicadas, como exigentes, variados y delicados son mis clientes.
Puedo asegurar también que es un trabajo muy personal y extremadamente personalizado. Ahí es donde trabaja el diseñador de interiores: en el universo personal y particular de cada uno. Y por eso es tan delicado e intenso mi trabajo: porque debe materializar y dar toda la visibilidad a los gustos, las necesidades y la sensibilidad de mis clientes.
Es la paradoja del interiorista: hacerse presente primero para invisibilizarse después. Mi buen hacer consiste en que todo el foco recaiga sobre el espacio, sus elementos, sus habitantes, no sobre mí misma. Mis mejores resultados se aprecian naturales, evidentes, como si esa determinada, estudiada y muy elaborada composición fuese de lo más sencillo y espontáneo.
Proyecto, proceso y resultado son tres fases del trabajo, o tres formas de verlo, pero todas son palpables y todas hay que hacerlas. Es decir, trabajarlas, compartirlas con el cliente, vivirlas.
Con los años he perfeccionado mi propio método de trabajo. Te hago un adelanto:
- Proyecto: es la formalización de mi propuesta para el cliente. Recibe un nombre del propio cliente y yo le doy forma a partir de la escucha. De dos escuchas, más bien: mi escucha al cliente, su objetivo y su necesidad, y mi escucha al espacio sobre el que vamos a trabajar.
- Proceso o procesos: es el conjunto de tareas y trabajos adicionales que se ponen en marcha durante la ejecución del proyecto. Pueden ser pocos y sencillos o muchos y complejos, en función del proyecto en sí. No es lo mismo actualizar una estancia que reformar integralmente una vivienda o convertir en local de conciertos un antiguo garaje, por supuesto. A veces son largos y las obras pueden presentar imprevistos o complicaciones, pero la capacidad de previsión y anticipación del interiorista minimiza estos riesgos, lógicamente.
- Resultado: es lo único palpable y visible para otros. Es lo que queda, lo que va a quedar para mucho tiempo. Es lo que el cliente va a habitar y compartir con terceros, así que los interioristas siempre nos vamos a asegurar de que queda satisfecho y contento. ¡Para eso estamos los profesionales del ramo!
¿Cuál es el valor añadido del interiorismo o diseño de interiores?
En líneas generales, un profesional que se precie siempre te ofrece:
- Calidad en el proyecto, en los acabados y en el resultado. Su labor de control de calidad es constante.
- Garantías a lo largo de todo el proceso.
- Control de presupuestos.
- Coordinación y control sobre el resto de profesionales implicados.
- Soluciones integrales y adecuadas.
- Criterio experto y ayuda en la toma de decisiones.
¿Cuál es el valor añadido de Studio Gromé?
Veinte años de experiencia en el sector, a través del interiorismo y la venta de muebles, tienen un peso específico y garantizan solvencia, eficacia y buen hacer, ya de por sí. Me han proporcionado un conocimiento exhaustivo de materiales, proveedores, fabricantes, diseñadores y mobiliario.
Las opiniones de mis clientes, que puedes consultar en esta misma página web o en otros canales, subrayan algunas de mis virtudes, como la atención personalizada, el trabajo detallista y esmerado, el magnífico trato o mi mejor disposición.
En próximas ocasiones te contaré más sobre mi forma concreta de trabajar, donde residen la mayor parte de mis esfuerzos y donde se consolidan buena parte de mis buenos resultados y virtudes profesionales. Ahora me parece más interesante trasladarte los fundamentos que sustentan todos mis proyectos:
- Practicidad.
- Temporalidad.
- Funcionalidad.
- Personalidad y personalización.
- Estética.
- Sostenibilidad, reciclado y mejor aprovechamiento de los recursos disponibles.
Esto solo es posible gracias a la seguridad, uno de mis principales valores como profesional.
Tras un análisis exhaustivo, que parte de mis dos escuchas iniciales (al cliente y al espacio, como decía arriba), identifico y disecciono lo que quiere el cliente, lo que pide la casa, lo que se necesita, lo que se puede aprovechar.
Busco un equilibro y una proporción entre todo ello y su reflejo en cada uno de los elementos del conjunto. A su vez, busco el potencial de cada uno de los elementos, desde un armario hasta un jarrón. Texturas, colores, tamaños y materiales varían y se modifican mutuamente. La fusión que se genera sorprende a menudo a mis clientes, pero al final los resultados enamoran. No es bonito: es precioso.
¿Es un lujo contratar a un interiorista?
Lo que puedo garantizarte es que Studio Gromé mira mucho y muy bien por tu presupuesto. En muchos casos, mejor que tú mismo, porque soy una profesional y dispongo de recursos adicionales y valiosos. Sin ir más lejos:
- Optimizo los presupuestos.
- Encuentro al proveedor más adecuado.
- Consigo mejores condiciones por parte de los proveedores.
- Conozco y reconozco la mejor relación calidad/precio.
- Realizo un intenso y minucioso control de los presupuestos, sobre todo en el caso de las reformas.
- Me anticipo a los posibles imprevistos y minimiza riesgos y contratiempos.
Otras de mis grandes virtudes profesionales son la cercanía y la amabilidad.
Si todavía no te has decidido o tienes dudas sobre algo en particular, podemos verlo o valorarlo juntos.
Dame un toque cuando quieras: del toque interior, me encargo yo.
