Empecé por el suelo de la cocina, que era de parqué. El reto era encontrar el ideal para el espacio: el salón, de planta asimétrica, tiene una forma abocinada, por lo que lo ideal es seleccionar una loseta de gran formato, para facilitar la confección del diseño. La escogida fue una baldosa que imita el hormigón, material existente en la pared. El gris va muy bien con todos los colores y materiales escogidos. También facilita la limpieza.

Lo mejor era customizar algunos elementos: cambiar el grifo y los tiradores de los muebles, proporcionar un acabado homogéneo y nuevo a la encimera, el repecho de la trasera de la cocina y la nueva isla. Diseñé una isla a dos caras, con envoltorio en material cerámico, y una estantería trasera acabada en roble, al igual que la mesa de tablero macizo con canto biselado y las patas en metal negro, todos diseños originales de Studio Gromé. Con la luz que recibe la cerámica pulida y sus vetas canela, la cocina luce bonita, cómoda y funcional.

Muy satisfecha de poder incluir las sillas modelo Cesca de Marcel Breuer (1928), un icono que no pasa de moda. Le dan la touche intérieure perfecta. Cierro con las pinceladas en negro, las puertas correderas en madera oscura y vidrio mateado al ácido, la lámpara lineal negra y la pintura negra en la parte del falso techo, que suscribe y delimita. La cocina ahora parece otro espacio.